El ritual es una de las partes fundamentales a la hora de fumar un buen puro. No forma parte solamente de una puesta en escena estética y de sus modales. Es también una forma de seguir unas normas que componen la tradición y que tienen que ver con el mejor disfrute de un habano.
Igual que empleamos un método a la hora de vestirnos, comer o realizar cualquier otra actividad cotidiana. La elección, conservación, encendido y disfrute de un habano requiere la observación de unas coordenadas que nos llevan a sacar el máximo provecho de lo que tenemos entre los dedos.
Comience por observar la construcción, su flexibilidad, color y formato. No se lo acerque al oído apretando y girando el puro. Esto no conduce a nada y puede estropear la capa. No lo chupe -el caramelo sin palo ya fue inventado-. Esta rancia costumbre se empleaba cuando el humificador todavía no existía. Por la misma razón no lo introduzca en su copa de licor. Hágalo todo sin prisas. Fumar un puro es pasar una hora con uno mismo.
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