viernes, 1 de febrero de 2013
Plantas de tabaco gigantes que permanecen «jóvenes para siempre»
La vida de la planta del tabaco es corta, pues crece durante tres o cuatro meses hasta que florece y muere. Su tamaño también es pequeño, alcanzando sólo un metro y medio o dos.
Ahora, investigadores del Instituto Fraunhofer de Biología Molecular y Ecología Aplicada (IME) de Münster (Alemania) han ubicado la fuente de la juventud de la planta, lo cual implica que pueden mantenerla «joven para siempre». Los investigadores de Münster descubrieron un interruptor genético capaz de evitar que las plantas florezcan. De esta forma también se evita que la planta pase a la fase de senescencia en la que se detiene el crecimiento. «La primera de nuestras plantas de tabaco ya posee casi ocho años pero sigue creciendo sin parar», afirmó el profesor Dirk Prüfer, director del Departamento de Genómica Funcional y Aplicada del IME. «A pesar de que la podamos con frecuencia, ya ha alcanzado seis metros y medio de altura. Si contásemos con un invernadero más grande probablemente sería incluso más alta. Su tallo ya ha alcanzado diez centímetros de diámetro.» Normalmente las hojas de las plantas de tabaco, que nacen del tallo, amarillean con rapidez y se caen, pero las hojas de la planta del IME permanecen sanas y verdes. Por esta razón los científicos del proyecto han llamado a su planta «joven para siempre».
Pero, ¿qué es lo que hacen estos científicos para otorgar a las plantas una juventud eterna y permitirles crecer sin límites? «Modificamos la expresión de un gen, o mejor dicho, la información que contiene, para que el florecimiento de la planta se retrase», explicó el profesor Prüfer. Los investigadores insertaron de nuevo el gen en la planta mediante una bacteria. Esta bacteria funciona como un «transbordador» para el gen modificado.
El principio empleado podría utilizarse con otros tipos de planta y el equipo trabaja ahora con plantas de papa para una empresa química de Japón. Su objetivo es lograr cultivos que produzcan una cantidad mayor de biomasa, y en el caso de la papa que produzcan mucho más almidón. «Para asegurar el suministro de alimentos y materias primas de origen vegetal, la producción por hectárea debería duplicarse para 2050, según afirman desde el Consejo Alemán de Bioeconomía. Esta tecnología nueva nos acerca en gran medida a este objetivo», reconoció el profesor Prüfer. «No obstante, nuestro método solo dará resultados siempre y cuando las flores de la planta no resulten relevantes en el proceso de producción, como es el caso de la remolacha azucarera. Utilizar la técnica en la colza no tendría sentido.»
Si se evita la floración tampoco se producen semillas o polen y por lo tanto las plantas no se reproducen ni pueden extenderse por un ecosistema de forma incontrolada.
De cara al futuro, el objetivo se sitúa en desactivar los límites de crecimiento de las plantas mediante mutagénesis química, o lo que es lo mismo, mediante el empleo de técnicas de cultivo normales. Este proceso implica el empleo de aditivos químicos que modifiquen la secuencia de ADN de la semilla.
La ventaja que ofrece este sistema es que las plantas cultivadas de este modo no se considerarían transgénicas sino cultivadas mediante técnicas estándar. «No obstante, para lograrlo, aún es necesario conocer mejor el mecanismo de desregulación génica», afirmó el profesor Prüfer, quien confía en comenzar con el cultivo experimental el año que viene. Sus resultados podrían lograr además que el resto de plantas crezcan por encima de lo normal.
Fuente: http://cordis.europa.eu
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